En Dos de Mayo, donde la estación de servicio YPF representa la única opción para cargar combustible, se está volviendo común una escena que nos interpela a todos. Autos haciendo fila pacientemente, conductores esperando bajo el sol o la lluvia, y de repente, alguien llega con un bidón y se coloca adelante, saltándose la espera.
El playero, quizás con simpatía o por costumbre, lo atiende primero. Mientras tanto, en esa fila ignorada, puede haber alguien que carga con algo más que nafta: una urgencia médica, un niño esperando llegar al médico, una persona mayor que necesita llegar a casa. Detrás de cada volante hay una historia invisible.
Este comportamiento, que puede parecer inofensivo o “una avivada”, en realidad es una falta de respeto hacia el otro. El respeto en la fila es respeto a la dignidad de todos. No se trata solo de orden, se trata de empatía.
En tiempos donde lo cotidiano nos empuja a correr y a buscar atajos, detengámonos un momento. Cargar combustible puede parecer un acto rutinario, pero también puede ser una oportunidad para ejercer nuestra humanidad, para mirar al de al lado y entender que su necesidad puede ser tan urgente como la nuestra.
Que en la estación de servicio no solo llenemos el tanque, sino también el compromiso de ser mejores ciudadanos. Porque el respeto no cuesta, pero vale mucho.